jueves, 5 de febrero de 2009

Milonga de una sola noche….


Las alondras se habían ido a dormir sus sueños de águilas
y el silencio de la calle lateral solo era interrumpido por algún bondi fantasmal con su carga de pasajeros trasnochados al menos hasta el cambio de sección…
un fuelle rezongaba en la distancia, pero esa noche la distancia no tenía cabida, quedaba ahogada en las cercanías establecidas, malbec por medio y restos de alguna carne que ya era digerida o en proceso de convertirse en sangre de cada uno...
la mirada feroz dibujaba firuletes mientras la risita nerviosa acomodaba percales de otras vidas, faltó el malvón y la madreselva a la cita pero la miraba de ella, que fugaba y volvía, dibujaba la silueta de una flor, faltó el chambergo perdido en alguna curva del tranvía, pero el ceño fruncido se hizo cargo del valor del ala ancha... no había por cierto ningún facón, con la única excepción del verbo afilado que no buscaba sangre ni cicatriz, pero que podía señalar directamente al corazón...
No hubo milonga ni coro vitoreando la ocurrente frase ni la pierna improvisando un paso de salón, pero la silla se volvía un candombe donde quedarse quieta le resultaba imposible, casi como hacerlo frente al ritmo y la cadencia orillera... imposible...
Las oscuras y mágicas aguas que daban cuerpo a la isla maciel danzaban al ritmo extraño del desconocido que pitaba el faso desdibujando el rostro y definiendo la efigie a la vez en las volutas del humo denso y el aroma acre...
un carro trinando en el empedrado no hubiese sido del todo inoportuno, pero lo suplantó el tintineo de monedas en el bolsillo en el ida y vuelta del viejo mozo que entre sonrisa y risa recordaba que todo tiene un final...
la extravagancia de la noche hizo de violín chillón de milonga sureña, y fué pérgola la extensa noche estrellada
las luciérnagas curiosas se vistieron de chinches verdes en el total desplazamiento de circunstancias que disfrazaron el cafetín por parrilla, la ginebra por el vino, el sainete por las historias, el pañuelo de seda por la servilleta bordó, la estocada por la pregunta con respuesta postergada, el corte y la quebrada por miradas que se cruzan y descruzan, como un fileteado que en lugar de embellecer el sulki o el mateo, quedó plasmado en una serie de frases significativas como congelando el tiempo y acelerando el reloj...
los negros orientales se transformaron al tiempo en una barrita de chicos riendo sus adolescencias, la copa apurada quedó en una cerveza apenas bebida, el mozo de caballeriza un rostro sin nombre con franelita intentando acomodar los escasos autos, el paredón del sur mágicamente transformado en plaza... la luna no rodó por callao pero los recuerdos inexplicables se derramaron por la mejilla del él y ella hecho mano de su mirada tierna antes que su razón esfumara el momento...
los taitas en sus faroles, se tornaron en unos pendex esperando en la escalera...
todo fué transformado, nada quedó igual aunque el polaco no supiera como tomarlo...
el tiempo en un último intento permisivo, dejó igual lo que siempre es igual en toda noche urbana,
la despedida... sin traiciones ni juramentos, sin botellas donde encontrar ningún olvido ni olvidar ningún encuentro, sin derrumbes emocionales ni lagrimones sin un tercero vil, pero con la clara sensación... te dejo aquí.. me voy...
nada es para siempre, aunque algunas veces las horas tienen vocación de eternidad...

Hasta la próxima noche o la próxima vida…

O hasta que la vitrola rezongue otra milonga…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tus comentarios serán leídos y considerados por todos los visitantes, por favor expresate claramente pues este también es un reflejo de vos mismo...